jueves, junio 07, 2007

LA BODA DE MI MEJOR AMIGO (I)

- Sección: ME & MYSELF / LOS AMIGOS DE PETER



- IMAGEN CAPTURADA EN INTERNET Y "TUNEADA" PARA LA OCASIÓN -


Me llama a las 11 y 20 de la noche. Se casa el día 23 de este mes y aún no me ha dado la invitación de su boda. Yo ya estoy en la cama, me acabo de acostar y, por el ruido que percibo al otro lado del teléfono, en su casa, él está bastante lejos de acostarse o de descansar tal como yo ya lo estaba haciendo. Y hoy no podemos quedar, porque él tiene que ir al psicólogo. Y el fin de semana no podemos quedar porque yo estoy de reformas en el baño (la estamos haciendo el pimpollo y yo misma, he descubierto que soy una artista dando de llana y que no hay agujero de pared o techo que se me resista). Y es quien hoy por hoy ostenta ese título tan extraño que damos a veces a las personas, eso de ser mi "mejor amigo".
Y, por eso, como hay confianza, como a tí te lo puedo contar y contigo me lo puedo permitir, aún no hemos quedado para que me dé la invitación de su boda.
Y, por eso, como hay confianza, como a tí te lo puedo contar, me dice que está yendo a un psicólogo, que está acojonado por el cambio, aunque lleven tres años viviendo juntos ya, pero por la "responsabilidad" que supone el cambio de estado civil.
Porque, mientras convives, siempre que hay una discusión o un desacuerdo, queda como vía de escape (aunque sea mereamente dialéctica) eso de "pues lo dejamos y listos y tú por tu lado y yo por el mío", pero cuando te casas ya parece que, aunque la compra del supermercado y el "a tu hermano no lo aguanto" sean iguales, cambian muchas cosas.
No lo sé. Nunca me he casado. Y no sé si lo haré. pero no he visto a este hombre nunca tan estresado en su vida, ni jamás podría imaginarme que recurriría a una consulta de un psicólogo para poder afrontar con mayor entereza su boda (preparativos y boda en sí). He visto a varias parejas casarse. Algunos más amigos que otros, algunos familiares y, sí, siempre se crea cierto estrés, pero no de la magnitud del que está generando este amigo mío.
No sé qué debe sentirse. Sólo sé que yo dejé a mi anterior pareja cuando todo se desmoronó y todo se desmoronó el mismo día en que me pidió que nos casáramos. fue cuando decidí que tenía que dejarlo de una vez por todas.
Cuando era más jovencilla, me hacía cierta "ilusión" (alimentada por mi rebeldía y por toda la iconografía peliculera que llevo en mi mente) el hecho de plantar a un novio en el altar y con el traje de novia puesto y los invitados allí y el señor cura, decir un sonoro "no quiero" y entregarle el ramo al novio ultrajado y largarme saludando con la manita con alguien más atractivo, más divertido y más interesante que el ser humano que estaría flipando en colores con un ramo en la mano frente a un altar en el que faltaba la actriz principal de aquella farsa, o largarme conmigo misma, que también tengo mis cosillas y,. cuando quiero, puedo ser muy majuela (otra cosa es que quiera).
No es que le desee que se arrepienta en el último momento o que se arrepienta su pareja. Pero espero no tener que decirle dentro de unos cuantos años que el día de su boda estuve a punto de confesarle que yo sentía que cometía un gran error.
Y no por casarse en sí. Y no por ser mi mejor amigo. Sino porque cuando uno de partida ya necesita asistencia psicológica para afrontar algo es porque el conflicto interno que le crea supera a las espectativas de éxito.
Y tendré que ir a su boda y hacer que me alegro por ellos...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es que se da demasiado por hecho que el casarse es para la mayoría. O incluso que el vivir con alguien es para la mayoría. Yo creo lo contrario. Sólo una minoría de personas deberían casarse.

Estaba escribiendo otra cosa pero la he borrado, que luego me dicen que soy demasiado radical (con este tema quizás sí). Mejor lo dejo aquí.

Anónimo dijo...

Estaba pensando... y si un sujeto, en este caso tu amigo, va al psicológo por el trauma que le supone casarse... ¿no sería el propio profesional quien debería hacerle plantearse la situación? Al fin y al cabo, hay una máxima por la cual deben regirse todas las decisiones (al menos yo me la aplico) y es valorar...
-¿El bienestar que me va a producir esta situación/acción/hecho va a ser mayor que la dificultad,los problemas o las complicaciones de llevarlo a cabo?

Supongo que tú, como amiga, también estás en una situación difícil. Bueno, yo creo que con estar a su lado, tanto por si se cae como para celebrar que todo vaya bien, es suficiente, ¡y sobra! ;-)

Un besín

Anónimo dijo...

Yo estoy hasta la polla (que no tengo) de las bodas.

Y una vez vomitada mi queja, a tu tema en particular... o el de tu amigo, o el de tantos otros: siempre he pensado que casarse con alguien debería ser una decisión (y acto) que trajera más paz y felicidad a la vida. Cuando lo que trae es estrés y loqueros, algo me hace dudar de que no sea bueno. Como todas las demás cosas que conllevan eso. Puede que no sea por la persona en sí, ni por quien se case, pero sí desde luego por como se viven este tipo de eventos hoy (¿y desde siempre?) en la sociedad.

Algo no va bien cuando lo que es supuestamente bueno da más quebraderos de cabeza que felicidad... al nivel de lo que sea.

Terefer dijo...

Nunca me he casado, ni lo haré jamás... naci soltera afortunadamente. Desde pequeña soñé con mi vida libre de compromisos y de momento voy cumpliendo objetivos. Todas mis amigas locas por casarse.. con quien sea, como sea... pero vestiditas de blanco y con viaje a Balí.. un horror!
Dónde está escrito que para ser feliz haya que pasar por ese trance?
Un saludo y felicitaciones por tú espacio, me ha encantado lo que he leido.

Anónimo dijo...

Yo también creo que vivir con alguien ya es un esfuerzo conjunto que no siempre se consigue. Una firma supone obligación y no todo el mundo lo asume. Ahora mismo tengo un colega que habría pasado el resto de su vida emparejado con la misma pero no se ve, a sus 34, capaz de firmar.
Por cierto, he visto tus enlaces... :) Graciaaaaaas.