viernes, mayo 18, 2007

ANIVERSARIO (HOW TO SAVE A LIFE?)

- Sección: ME & MYSELF



- ARRIBA HACE UN AÑO Y AQUÍ HACE UN PAR DE DÍAS -

El martes hizo un año.
Lo mío con san Isidro debe ser devoción madrileña encubierta porque, además de habitar mi primera casa en propiedad un 15 de mayo, también dejé de ser vírgen otro 15 de mayo, eso sí, de hace muchos años... pero volviendo al tema (ahora que lo pienso, yo sí que me comí la rosquilla del santo, bueno, me comí una rosca con un santo... ), el martes hizo un año desde la primera noche que dormí en la que es mi casa.
Esperaba aquel día no poder dormir de la emoción o por la novedad, pero lo cierto es que estaba tan cansada después de hacer yo misma la mudanza, de pintar toda la casa y de limpiar, que caí en la cama como un fardo y me dormí tan profundamente que al día siguiente llegué tarde al trabajo.
Ni siquiera tenía la impresión de que fuera mi casa. Volvía y me sentaba, casi con miedo, como el que está en una casa prestada y teme romper algo o manchar o molestar o hacer ruido. Y el primer año ha sido extraño, ha sido una especie de adaptación mutua, de estrés feliz y de felicidad estresante y discusiones tontas, y palabras que no se dicen y deberían decirse y palabras que se dicen y no deberían decirse.
Hoy por hoy ya estoy más integrada en mi casa, en la vida compartida y en muchas otras cosas. Sin embargo sigo teniendo la impresión de que me siento donde no molesto, de que no hago el suficiente ruido, pese a estar en mi casa, y que temo molestar, pero, me pregunto ¿a quién?.
Ayer cuando volví del trabajo tenía delante de la ventana uno de esos atardeceres color naranja maravillosos que me regala el cielo contaminado de Madrid. El pimpollo volvió escaldado de casa de sus señores padres y fue una tarde de cerveza de esas de quejarnos de nuestras familias como lo hacen los colegas. Y me sentí bien, y hasta me quejé de su familia, con sinceridad y sencillez, sin ánimo de ser mala gente ni de meter dedos en yagas ni con esa predisposición de herir a saco de los que dicen "te lo digo porque soy tu amigo y tenemos confianza y mejor que te lo diga yo que soy muy sincero/a"... y te pegan la patada mulera número uno y te dejan el corazón hecho unos zorros con su bendita sinceridad. Majos que son y sinceros, ante todo.
Y siempre he evitado eso, y por no hacer daño, por no molestar, por respetar, me he tragado carros y carretas y, el día que he decidido que ya no podía más, ha sido demasiado incomprendido por la otra parte y he quedado siempre como una loca. Pero me ha dado igual, todo sea dicho de paso.
Aunque empiezo a no querer llegar ya más a esas situaciones, así que ayer me quejé, dije lo que pensaba de ciertos temas personales y familiares y creo que nadie se ofendió y todo fue aceptado, corroborado y comprendido.
No puedo seguir intentando contentar siempre a los demás y ya no quiero hacerlo desde hace tiempo. Supongo que, a medida que te haces adulto y empiezas a tener consciencia de tu propia identidad y de tu lugar en la vida (que queda así muy grandilocuente, pero que el que realmente sea plenamente consciente de esas dos cosas que levante la mano y le doy un premio, le hago una estatua ecuestre y hasta le hago la ola, vaya) empiezas a dejar de lado ciertos comportamientos que llevas a cincel en tu ser interno.
Me he pasado la vida intentando complacer a todo el que me rodeaba y eso no ha hecho más que causarme la infelicidad más grande del mundo, porque he hecho demasiadas cosas que iban en contra de mí misma por los demás, y porque la no reciprocidad de mis actos para con los otros sólo me causaba frustración, pero encima que ni siquiera tenía derecho a pedir esa reciprocidad porque realmente nadie me pidió que hicera nada, lo hice porque quise hacerlo. Así que no tenía derecho ni nadie tenía el deber de responderme.
Ayer (y mira que me jode tener como punto de referencia una serie de televisión), en "Anatomía de Grey" hacían una reflexión sobre por qué querer vivir, por qué querer mejorar tu vida y tener esperanzas en tí mismo. Hoy, sin anatomías ni nada semejante, Macarroide me ha dicho algo muy semejante acerca de por qué debo y ME DEBO A MÍ MISMA un querer seguir adelante, querer mejorar mi vida y querer sobre todo complacerme a mí misma y recrearme en mi vida de una vez por todas.
Y tiene razón.
Hay personas a las que puedes engañar, a las que puedes decirles tengo una casa preciosa, una trabajo majo y una vida genial y dirán a todo que sí. Hay personas que te mirarán a los ojos y sabrán que tienes tanto dolor y tantas ganas de gritar, que la sonrisa la llevas como arma defensiva contra todo lo que pueda hundirte en tu pequeña miseria.
Hay personas que me han dado la enhorabuena por estar tan esbelta, y parecer elegante y segura de mí misma, trabajando en una compañía importante y siendo reconocida y estando emparejada y teniendo una vida estable y encaminada hacia un punto concreto.
Mi amiga me ha dicho que ponga medios, que por salvar todo lo que soy (que no lo que tengo) dé de una vez un paso hacia adelante en recuperar o en obtener una vida de verdad. Sin engañarme, sin necesitar complacer a nadie.
Y me faltarían sus ojos para ver lo que ella ve.
Pero creo que puedo hacer el esfuerzo.
Hace un año tenía una casa vacía y un millón de deudas y de incertidumbres.
Hoy tengo una casa amueblada y el mismo millón de deudas y el mismo millón de incertidumbres.
Pero sé que no camino sola y que tengo muchos motivos para querer. Incluso aunque caminase sola, el motivo soy yo.
Gracias Macarrona.