Pues si. No tenía mucha fé en el señor Paulo Coelho, porque me sonaba a autoayuda y moralina, pero...
... el tema del suicidio, de aburrirse de la vida y de la existencia propia no es algo que me pille ajeno. voy a quedar lo mismo como una post-adolescente (adultescente) caprichosa y ñoña que se pone "intensa" y se autocompadece porque su mamá no la mima o porque nada es como le contaron que tenía que ser y, claro, eso duele, sí, sí, y en lugar de luchar o buscar soluciones o arremeter contra la vida, pues presenta la dimisión en forma de suicidio romántico pastillero y hala, que peleen los demás, que yo es que me he cansado...
Ultimamente se habla de eutanasia, de derecho a morir dignamente en determinados casos (véase Ramón Sampedro, véase el hermano de mi madre, que con un cáncer terminal pidió a su médico que le drogase todo lo que fuera posible y morir tranquilo, en su casa y sin tubos ni máquinas, sino con su familia, y así se hizo, y así lo hicimos), pero siempre he pensado que, en los casos en los que siemplemente es la vida como tal lo que se nos queda o grande o pequeño o imposible o infranqueable, morir es fácil. Lo jodido es vivir y enfrentarse a un día más.
No sé si el que toma la determinación de no ver un día más es muy cobarde o muy valiente. No sé si los que nos desesperamos y pensamos en la muerte pero no la llevamos a cabo somos muy conformistas o nos dejamos llevar por la inercia.
No lo sé.
Pero me choca que el ser humano sea el único ser vivo que no cumple con el instinto básico de supervivencia, que es capaz de decidir (no sé ni soy quién para juzgar si desde al locura o desde la más cruda lucidez) que termina con todo.
El dueño del piso que NO fue nuestro tenía bicicletas de montaña, esquíes, muletas (debía lesionarse con cierta frecuencia al dedicarse al deporte de cierto riesgo), enganches de escalada y todo tipo de complementos para la vida al aire libre y los deportes de acción.
Cuando salimos de ver el piso por primera vez, el pimpollo me dijo "¿ves? hay gente que vive que hace cosas, que disfruta y se divierte, y yo siento que debería hacer todas esas cosas, que no doy ningún fin ni sentido a mi vida, que no hago nada, que soy aburrido y voy del trabajo a casa, de la tele a la cama, de un día a otro, que todo es siempre igual". No contesté, me habría gustado poder decirle que gracias por lo que a mi me tocaba, que es muy grato saber que la persona con la que compartes el camino está tan aburrida de todo que ni siquiera se divierte contigo, que ni siquiera los sentimientos compartidos le dan un poco de forma al caos...
Pero la verdad es que creo que también en ocasiones me siento así, que no tengo en cuenta cómo se pueden sentir las personas que tengo alrededor, y despotrico contra mí misma y contra mi existencia, y supongo que eso debe causarles la misma sensación de impotencia y desesperanza que me causa a mí cuando viene de ellos.
Es injusto.
Es injusto que en ocasiones de la vida estemos tan centrados en nuestra propia amargura (autoimpuesta casi siempre) que no nos demos cuenta de todo lo que se cuece alrededor por pequeño que esto sea, o, tal vez, mucho más grande de lo que nosotros mismos alcanzamos a ver.
ESCUCHANDO: Sara (Fleetwood Mac)... que me ha pillado el día nostágico, vaya...
LEYENDO: Sigo con Coelho y Veronika...