- POST SIN FOTOS -
RENOVARSE
Empezamos.
Empezamos el año con el blog renovado (he migrado a la nueva versión y no ha sido traumático, jeje), el ánimo también renovado y la grata sensación de que el esfuerzo realizado durante 365 días no ha dado al traste y ha mostrado sus frutos.
La mejor noticia de este año y, para comenzarlo, ha sido un gran logro, cancelar tooooda la deuda de la VISA. Con lo cual, y como reza el título de mi blog "perdono las deudas... y ya NO SOY DEUDORA". Para quién no me conozca muy bien (ni muy mal) acalraré que deber es algo que no puedo soportar. Con más o menos dinero nunca he debido nada a nadie (en lo monetario, digo) y me he adaptado a mi presupuesto en cada momento e, incluso, a las ausencias eventuales de presupuesto alguno, que también ha ocurrido.
No es que sea tan materialista que sólo me importe el dinero. Es que he pasado grandes apuros económicos este año y he tenido momentos de plantearme mi vida treinta veces en un segundo. O más.
Todas esas cosas además, son de las que no se comparten, ni siquiera con el que duerme a tu lado, que también anda con la misma inquietud, pero para qué echar más leña al fuego de la desesperación compartida. Así que yo solita me los comí con patatas (o a palo seco).
Antes pensaba que el hecho de no compartir mis preocupaciones era sólo un signo de incapacidad de comunicarme, pero me doy cuenta de que soy como mi madre, que es, a su vez, como su padre (mi abuelo al que no llegué a conocer y del que sé sólo por referencias familiares). Mi madre es del tipo que yo llamo "La vida es bella". Puede estar atravesando la circunstancia más dura o terrible que puedas imaginar, pero no la oirás una queja y, por supuesto, no se excusará en ello para amargarte la existencia, patearte el corazón o pisotear tus ilusiones. Por el contrario, si no hay nada a lo que agarrarse, se lo inventará, aunque sólo sea para que te rías un poco y te olvides por un rato. Yo no llego a tanto como mi señora madre ni como el señor padre de mi señora madre, es decir, mi señor abuelo (que nació y murió el mismo día que nací yo, de diferentes años, claro está), pero lo intento, con todas mis fuerzas.
También es cierto que mis "métodos de descarga" no han sido los más apropiados y de hecho, es por ello que tengo una "diabetes crónica que llevo muy bien" pero que se produjo en su día por el exceso de porquería acumulada sin vía de escape ni de resolución (sí, sé de lo que hablo). Tal vez, en ese caso particular, si hubiera pedido ayuda antes, la cosa no habría llegado a lo que llegó, pero también es cierto que quien sufrió por mí, sufrió lo justo y no provoqué en otras personas preocupaciones innecesarias.
Cada tarde cuando llego a casa después del gimnasio, siento (por fin) que llego a un hogar. He tardado 8 meses en hacer de esta casa un refugio, parte de mi vida y algo con entidad propia. Y no precisamente porque haya puesto muebles de caoba sino porque cada rincón tiene chorros de ilusión, de esfuerzo y hasta de risas y cariño.
Sé que todo esto puede acabar. Sé que nada es eterno. Pero no me da la gana no disfrutar de este momento.
MORIR
Como dice el señor hincado en las verduras, a medida que pasa el tiempo, las relaciones que tenemos o teníamos cambian. Y el hecho de que una persona haya sido amiga tuya en una etapa de tu vida no significa que tenga que seguir siéndolo eternamente. A veces porque los caminos divergen, sin más, a veces porque se acaban las cosas en común (sentimientos mutuos incluídos) a veces porque llega la gota esa que dicen que colma el vaso y el vaso se hace añicos contra el suelo. Lo más doloroso es que estas cosas ocurren progresivamente y el día que ocurren no duele ya. Y todo eso te hace plantearte si eres malo, frío, calculador, enconado, insensible... pero bueno, te dices, pelillos a la mar.
Y a la mar se tiran no solo los pelillos sino innumerables cantidades de tiempo, emociones, anécdotas, que resulta que, en un momento, no han servido para nada. O sí, aunque ya da lo mismo. Pero la vida es así. Todo muere. Todos morimos.
Empezamos.
Empezamos el año con el blog renovado (he migrado a la nueva versión y no ha sido traumático, jeje), el ánimo también renovado y la grata sensación de que el esfuerzo realizado durante 365 días no ha dado al traste y ha mostrado sus frutos.
La mejor noticia de este año y, para comenzarlo, ha sido un gran logro, cancelar tooooda la deuda de la VISA. Con lo cual, y como reza el título de mi blog "perdono las deudas... y ya NO SOY DEUDORA". Para quién no me conozca muy bien (ni muy mal) acalraré que deber es algo que no puedo soportar. Con más o menos dinero nunca he debido nada a nadie (en lo monetario, digo) y me he adaptado a mi presupuesto en cada momento e, incluso, a las ausencias eventuales de presupuesto alguno, que también ha ocurrido.
No es que sea tan materialista que sólo me importe el dinero. Es que he pasado grandes apuros económicos este año y he tenido momentos de plantearme mi vida treinta veces en un segundo. O más.
Todas esas cosas además, son de las que no se comparten, ni siquiera con el que duerme a tu lado, que también anda con la misma inquietud, pero para qué echar más leña al fuego de la desesperación compartida. Así que yo solita me los comí con patatas (o a palo seco).
Antes pensaba que el hecho de no compartir mis preocupaciones era sólo un signo de incapacidad de comunicarme, pero me doy cuenta de que soy como mi madre, que es, a su vez, como su padre (mi abuelo al que no llegué a conocer y del que sé sólo por referencias familiares). Mi madre es del tipo que yo llamo "La vida es bella". Puede estar atravesando la circunstancia más dura o terrible que puedas imaginar, pero no la oirás una queja y, por supuesto, no se excusará en ello para amargarte la existencia, patearte el corazón o pisotear tus ilusiones. Por el contrario, si no hay nada a lo que agarrarse, se lo inventará, aunque sólo sea para que te rías un poco y te olvides por un rato. Yo no llego a tanto como mi señora madre ni como el señor padre de mi señora madre, es decir, mi señor abuelo (que nació y murió el mismo día que nací yo, de diferentes años, claro está), pero lo intento, con todas mis fuerzas.
También es cierto que mis "métodos de descarga" no han sido los más apropiados y de hecho, es por ello que tengo una "diabetes crónica que llevo muy bien" pero que se produjo en su día por el exceso de porquería acumulada sin vía de escape ni de resolución (sí, sé de lo que hablo). Tal vez, en ese caso particular, si hubiera pedido ayuda antes, la cosa no habría llegado a lo que llegó, pero también es cierto que quien sufrió por mí, sufrió lo justo y no provoqué en otras personas preocupaciones innecesarias.
Cada tarde cuando llego a casa después del gimnasio, siento (por fin) que llego a un hogar. He tardado 8 meses en hacer de esta casa un refugio, parte de mi vida y algo con entidad propia. Y no precisamente porque haya puesto muebles de caoba sino porque cada rincón tiene chorros de ilusión, de esfuerzo y hasta de risas y cariño.
Sé que todo esto puede acabar. Sé que nada es eterno. Pero no me da la gana no disfrutar de este momento.
MORIR
Como dice el señor hincado en las verduras, a medida que pasa el tiempo, las relaciones que tenemos o teníamos cambian. Y el hecho de que una persona haya sido amiga tuya en una etapa de tu vida no significa que tenga que seguir siéndolo eternamente. A veces porque los caminos divergen, sin más, a veces porque se acaban las cosas en común (sentimientos mutuos incluídos) a veces porque llega la gota esa que dicen que colma el vaso y el vaso se hace añicos contra el suelo. Lo más doloroso es que estas cosas ocurren progresivamente y el día que ocurren no duele ya. Y todo eso te hace plantearte si eres malo, frío, calculador, enconado, insensible... pero bueno, te dices, pelillos a la mar.
Y a la mar se tiran no solo los pelillos sino innumerables cantidades de tiempo, emociones, anécdotas, que resulta que, en un momento, no han servido para nada. O sí, aunque ya da lo mismo. Pero la vida es así. Todo muere. Todos morimos.
1 comentario:
A mí el cambio a la nueva versión me está costando, eh. Que tengo que poner la contraseña cada dos por tres y se entra a poner los posts (aunque no haya puesto ninguno nuevo) de forma distinta, con lo poco que me gustan los cambios.
Me alegra que las deudas hayan terminado y, sobre todo, que vayas formando tu propio espacio. A ver si este nuevo año me trae algo parecido a mí.
No estoy de acuerdo con la etiqueta del post, eso sí. Y a veces viene bien compartir las cosas (¡al menos las enfermedades!).
Un beso
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